viernes, 5 de febrero de 2016

Los Yanomamis

En las viviendas, cada familia tiene asignado un espacio para colgar los chinchorros, cerca del cual cada uno tiene su propio fogón, mientras que todas las actividades sociales se realizan en el patio central.



Conservan sus elementos culturales, religiosos y lingüísticos. Sus vidas giran alrededor de sus creencias ancestrales. Forman una sociedad igualitaria y no jerárquica, pues los chamanes, quienes ejercen la autoridad moral, no poseen distintivos y entre las comunidades funciona el principio de reciprocidad.

El mundo espiritual es una parte fundamental de la vida de los yanomamis. Cada criatura tiene un espíritu, a veces estos son malignos y atacan a los yanomamis y se cree que les provoca enfermedades

Según los yanomamis los chamanes controlan a estos espíritus a través de su trance visionario.

Creen en la existencia de otra vida en el más allá. Para no quedar mal tienen que tomar ciertas precauciones para esa vida futura. Allá arriba hay un gran shabono para todos. Allí habrá abundante cacería y frutos opulentos 


Una de las costumbres más curiosas y primitivas de esta etnia es la práctica del canibalismo endogámico como ritual sagrado: en una colectiva ceremonia funeraria se comen las cenizas de los huesos de su pariente muerto. Creen que en los huesos reside la energía vital de la persona fallecida y que al ingerir sus cenizas la reintegran al grupo familiar.

Utilizan la sustancia tóxica de unas plantas para impregnar las puntas de sus flechas. Este veneno (curare) paraliza al animal cazado sin alterar su conciencia ni la sensibilidad.

Las mujeres se adornan atravesando con un palo pequeño su tabique nasal y las comisuras de los labios. Utilizan también pinturas corporales. La etnia lleva siempre el mismo corte de pelo, con flequillo y la coronilla rasurada (estilo capuchino). Las cicatrices son muestra de valor y madurez. Tienen una pequeña estatura y sólo se visten con un cinturón tubular los hombres y un pequeño fleco las mujeres.

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